La Relación con Dios permite abrirnos a la comunión con el hermano; la Santidad comunitaria se presenta normalmente como una consecuencia de la santidad de cada uno, y es bonito encontrarse con un santo, pero mas aun encontrarse con una comunidad de santos, ya que el santo se convierte en un ídolo en cambio una comunidad de Santos atrae a personas de afuera a unirse a esa comunidad. La Verdadera Santidad es comunitaria; pero el individualismo de nuestra cultura nos orienta a buscar una Santidad Individual, porque no somos iguales; lo que llama la atención es lo poco consciente que somos de esta especie de pecado “Pecado Solitario”. Un espacio donde al buscar a Dios nos encontramos unos con otros y aprendemos a acogernos, peregrinos enfrascados en una misma búsqueda; entonces, la experiencia de la santidad de Dios, pone en marcha poco a poco el proceso de santificación de la comunidad. Dios que se sirve de mi amigo para llevarme a una mayor intimidad con él. El que cada uno sea meditación para el otro es otra razón para buscar a Dios juntos “Vi un animal que venia hacia mi. Luego descubrí que era mi hombre y cuando lo tuve delante caí en la cuenta que era mi hermano”. Todos en nuestro interior llevamos a 2 hombres un santo y un pecador que se tienen que integrar para contemplar la misericordia del Padre; En definitiva, es pasar de la experiencia individual a la experiencia comunitaria. La Comunidad no es resultado solo de compartir el bien, sino también de compartir el mal; ya que el bien no solo ayuda a perdonar el mal sino que al reconocerlo descubrimos el bien que hay en nosotros. Somos ya santos, pero al mismo tiempo estamos llamados a serlo hasta el final; quizás podamos decir que somos ya santos individualmente, pero todavía tenemos que serlo comunitariamente, es decir una santidad que no es privada, sino que nace del hecho “estar juntos”. Don es también crecer y santificarse juntos, sostenidos por la fe de los demás y cargando cada uno con el peso de los otros; La comunidad es el lugar donde la fe de unos consuela y confirma la de los otros y en la que todos custodian la fe de todos. Porque, en el fondo, vivir en comunidad no es sino ser engendrados por ella y al mismo tiempo ser engendradores de la misma.
Resumamos el ministerio de la edificación en 4 grupos de posibles acciones: dar gracias, bendecir, exhortar y construir la comunidad. El amor humano no siempre tiene motivaciones sobrenaturales, mientras que el amor sobrenatural (te amo en Dios) siempre es amor humano, ya que amar con el amor con que Dios nos ama es edificar sobre roca firme y amor solamente con amor instintivo y terreno es edificar sobre arena; porque quien quiere la santidad para si solo, esta muy lejos de ella. El que se consagra a Dios sabe que no es mejor que los demás y Dios lo ha escogido por su pobreza y debilidad, por esa vulnerabilidad que el poder divino quiere curar; La Santidad solo es verdadera cuando se hace cargo de de la debilidad; donde no se cuenta con el pecado no hay sitio para la gracia. ¡Que bonito es pensar que cuando los hombres no se condenan unos a otros, tampoco Dios los condena¡. Jamás nos haremos suficiente idea de la enorme riqueza que hay en nuestros hermanos y hermanas de comunidad, de las ocasiones de crecimiento que se esconden tras nuestras relaciones interpersonales.
APRECIACION PERSONAL “LA VIDA FRATERNA”
Amedeo Cencini en su Obra la “Vida Fraterna”, propone una forma de vivir la Santidad desde un enfoque comunitario, lo cual es de resaltar y valorar, ya que como él mismo decía en uno de sus apartados: “Suele haber mucha más literatura sobre la experiencia espiritual individual, que sobre la Comunitaria”; lo cual visto desde una parte práctica es muy real ya que basta con hacer un sondeo sobre el contenido de los diferentes libros de Espiritualidad, y la gran mayoría hacen un énfasis especial en la Espiritualidad Individual. Lo cual no es de rechazar ni menospreciar, porque “La santidad Comunitaria se presenta normalmente como consecuencia de la Santidad individual”; pero sí cuestiona el hecho de que casi no se toque este tema de la santidad o Espiritualidad Comunitaria: ¿Sera que estamos formando una espiritualidad Egoísta y/o Ego-céntrica?, donde todo entra y nada sale convirtiéndonos como en una especie de edificio alto y esplendoroso (Espiritualidad individual ego-céntrica) en medio de una comunidad de pequeñas chozas (Compañeros “Pecadores”),donde sólo me intereso por mi propia salvación y los demás que se defiendan como puedan?
Amedeo Cencini en su Obra la “Vida Fraterna”, propone una forma de vivir la Santidad desde un enfoque comunitario, lo cual es de resaltar y valorar, ya que como él mismo decía en uno de sus apartados: “Suele haber mucha más literatura sobre la experiencia espiritual individual, que sobre la Comunitaria”; lo cual visto desde una parte práctica es muy real ya que basta con hacer un sondeo sobre el contenido de los diferentes libros de Espiritualidad, y la gran mayoría hacen un énfasis especial en la Espiritualidad Individual. Lo cual no es de rechazar ni menospreciar, porque “La santidad Comunitaria se presenta normalmente como consecuencia de la Santidad individual”; pero sí cuestiona el hecho de que casi no se toque este tema de la santidad o Espiritualidad Comunitaria: ¿Sera que estamos formando una espiritualidad Egoísta y/o Ego-céntrica?, donde todo entra y nada sale convirtiéndonos como en una especie de edificio alto y esplendoroso (Espiritualidad individual ego-céntrica) en medio de una comunidad de pequeñas chozas (Compañeros “Pecadores”),donde sólo me intereso por mi propia salvación y los demás que se defiendan como puedan?
Y cuestiona más aun el hecho, que libros de espiritualidad se están leyendo nuestros Seminaristas, Religiosos (as), Consagrados (as)… etc. Será que se están guiando por este mismo camino de una “Espiritualidad Individual Ego-céntrica” que contribuye en poca medida a construir una santidad comunitaria, pues, como afirma Amedeo “La Verdadera SANTIDAD ES COMUNITARIA” y para nuestra realidad resulta fundamental comprenderla y ponerla en práctica por nuestra estrecha relación con las comunidades en las cuales nos desenvolvemos (en nuestras Pastorales, en nuestras Familias, en nuestros municipios de origen…).
Si este es el caso, es el momento de hacer un alto en el camino y empezar a orientar nuestra Literatura Espiritual hacia un enfoque comunitario, debido a que nosotros como futuros Pastores de la Iglesia llamados al servicio de los demás tenemos bajo nuestros hombros la responsabilidad y el peso de ayudar y orientar a la “Grey” que nos ha sido encomendada, a alcanzar la Santidad y ellos a su vez se conviertan en gestores de otras Santidades, donde como decíamos al principio: Todos nos volvamos colaboradores en la edificación de la Santidad de nuestros hermanos; dando y a la vez recibiendo, superando, como decía Amedeo, “El individualismo que todos llevamos dentro”. Y estar así prestos y preparados a hacer de nuestras Comunidades “Verdaderas Comunidades Santas”, en un mundo sumergido cada día más en la división del pecado y la oscuridad del mismo: que atenta contra la propia existencia del hombre (Asesinatos, contaminación ambiental etc.) Y contra la relación con Dios (Envidia, irrespeto al hermano etc.) y que en común llevan a la degradación del Ser, como Hijo de Dios; lo cual es muy inquietante ya que si no nos consideramos Hijos de Dios, cómo vamos a considerar al otro como “Hermano en el Espíritu”, perteneciente a la gran familia de Dios y más allá, cómo nos va a surgir el deseo de ayudarlo si no consideramos ningún lazo de unión con él.
Es muy triste esta situación, pero resulta más triste que esta realidad la viven miles de personas que andan por el mundo sintiéndose solas y abandonadas a causa de su pecado, que piden a gritos la gracia divina a través de una persona que les dé una palabra de aliento y de esperanza; y que junto con el “pecador” lo lleve de la mano por los caminos de la gracia hacia la Santidad. Dicho en estos términos resulta muy bonito, pero desde la parte práctica no lo es tanto, ya que esto vincula un alto grado de tolerancia al interrelacionarse dos personalidades muy contrarias (“Santo”-“Pecador”) que tienen que convivir y apoyarse mutuamente tomando las debilidades del hermano y haciéndolas suyas; lo que nos plantea otro interrogante ¿Si no somos capaces de cargar con nuestras debilidades, cómo vamos a cargar con las del hermano?; es algo muy cuestionante, pero es una pregunta que todos nos tenemos que hacer tarde o temprano, para empezar a recorrer este camino de la Santidad Comunitaria, porque este es el principio de dicha Santidad.
Por otro lado, lo que la Iglesia necesita hoy en día, no son más santos que llenen los nichos de los templos y las grandes catedrales, sino que cada uno de nosotros se vuelva Santo sintiendo la presencia de Dios manifiesta en nuestro interior y especialmente en el hermano; como herramienta de Dios para nuestra santificación y que nosotros muchas veces rechazamos por un simple prejuicio que nos creamos y que muchas veces no tiene una base sólida; es como una especie de barrera imaginaria que nos impide establecer una relación transparente con el hermano y conocerlo más a fondo; y cuando la establecemos se funda sobre la Hipocresía que tanto se maneja en nuestras comunidades, donde en frente del hermano se le habla bonito y cuando no lo tenemos acudimos donde los demás y empezamos a hablar pestes de él, destruyéndolo no solo sicológicamente, sino también moralmente, ¿Sera que estas son las comunidades sobre las cuales Dios quiere edificar su Reino?.
Pero, cuando nos abrimos totalmente al hermano y nos despojamos de todas esas prevenciones, nos encontramos con un inmenso tesoro de valor inestimable, ya que este no busca que nos quedemos en el camino de la Santidad, sino que nos empuja a continuar luchando y a no desfallecer; y en algunos momentos nos ayuda a llevar nuestra cruz siendo la representación viva de Jesús Resucitado. Aunque en algunos momentos Dios a través de los demás también nos habla sin palabras, nos enseña mediante el don de la Sabiduría en el cual, al analizar una situación determinada a la luz de la fe, nos transmite una enseñanza para nuestra vida Personal; pero para esto debemos tener cierto grado de oración y silencio que son los instrumentos más claros y personales con los que Dios se comunica con los hombres especialmente con nuestro “Yo” interior.
Sergio Andrés López López - Alumno Propedéutico 2009
Eres un gran joven, con muchas capacidades, lo puedo notar en la calidad de sus escritos, con su gran contenido de análisis y de reflexión tan profundos. Ánimo!! que Dios te bendiga.
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